La alimentación en los primeros años de vida implica mucho más que llenar el estómago: hay que entenderla como la base sobre la que se construye la futura salud de los más pequeños. Y, efectivamente, cada etapa tiene unas necesidades específicas y conocerlas ayuda a prevenir problemas y a fomentar unos buenos hábitos desde edades tempranas.
¿Tiene alguna duda sobre este tema tan relevante? Desde Clínica Salnés, su centro médico en Sanxenxo, le contamos las bases con las que asegurar que los más pequeños de la casa crezcan más sanos, fuertes y felices.
Los primeros meses: lactancia materna
Durante los primeros seis meses de vida, la leche materna es el alimento más completo para un bebé. Y es que aporta los nutrientes, vitaminas y anticuerpos necesarios para protegerlo frente a infecciones y favorecer un crecimiento equilibrado. Siempre que sea posible, en el servicio de pediatría de nuestra clínica en Sanxenxo, le recomendarán la lactancia materna exclusiva en esta etapa inicial.
La introducción de alimentos sólidos
A partir de los seis meses comienza la diversificación. Este proceso debe hacerse con paciencia y de forma gradual, siguiendo pasos como estos:
- Introduzca cada alimento por separado para detectar alergias o intolerancias.
- Empiece con purés suaves y avance hacia texturas más sólidas que favorezcan la masticación.
- Los primeros alimentos suelen ser cereales sin gluten, frutas, verduras, carne blanca, pescado blanco y legumbres.
Eso sí, tenga en cuenta que existen alimentos a evitar en el primer año como la miel, la leche de vaca entera, el azúcar añadido, la sal o las verduras de hoja verde en exceso, por su alto contenido en nitratos.
Adquiriendo hábitos para toda la vida desde el primer año
A partir de los doce meses, la alimentación empieza a asemejarse a la de los adultos, siempre adaptada a la edad del niño. Cuando llega esta etapa vital, es importante comer en familia para contribuir a la interiorización de rutinas saludables y convertir las comidas en un momento de convivencia. La clave está en la variedad: incluir cereales, frutas, verduras, lácteos, carnes y pescados asegura el aporte de nutrientes esenciales.
El agua debe ser la bebida principal, evitando refrescos y zumos industriales. En cuanto a las meriendas, lo ideal es ofrecer fruta fresca, yogur natural o frutos secos a partir de los cinco años, evitando la bollería y los ultraprocesados. Recuerde también respetar el apetito del niño: su papel es ofrecer opciones saludables, pero él decidirá la cantidad que desea comer.
Para resolver cualquier duda, contamos con un servicio de pediatría en Sanxenxo
Cada niño es único y sus necesidades también lo son. Así que las recomendaciones que le hemos dado en este artículo son muy útiles, pero no tienen que encajar al 100% en lo que demandan sus hijos. Para que podamos determinar qué necesita exactamente y cuál es la alimentación más adecuada, pida una cita con nuestro pediatra en Sanxenxo.